Después de ver tantos colegas y varios amigos sufrir la crisis financiera de 2007, escribí The Old Money Book, que se publicó unos años más tarde. Vi que muchas personas habían estado haciendo un buen dinero, pero realmente no sabían cómo vivir. Cuando los tiempos se pusieron difíciles, fueron tomados por sorpresa. Quería compartir lo que sabía sobre vivir una vida centrada en los valores y ayudar a cualquiera a escapar del “carrusel del consumidor”.

Los lectores de mi blog http://www.theoldmoneybook.com comenzaron a pedirme ideas sobre las relaciones, y siguió mi segundo libro, The Old Money Guide to Marriage, nuevamente con excelentes críticas y sólidas ventas. Había vivido y trabajado en Hollywood y había logrado disfrutar de un gran matrimonio durante todo ese tiempo. Nuevamente, vi la oportunidad de ser de ayuda al compartir lo que sé y lo que he vivido.

Entonces Lark, una querida amiga nuestra en California, me sugirió que escribiera un libro para mujeres desde la perspectiva de un hombre. Estaba perdido. ¿Qué podría yo ofrecer realmente a las mujeres en términos de asesoría? ¿Qué tipo de credibilidad tendría? ¿Cómo resonarían mis puntos de vista en la era del movimiento #MeToo?

Compartí mis preocupaciones con Lark. Ella persistió. Abogó. Alentó. Finalmente dije: “No sé qué escribir. Como hombre, no sé lo que sabes o… “Dudé, luego hice la que resultó ser la gran pregunta”: Lark, ¿Qué es lo que sabes ahora y te gustaría haber sabido cuando apenas comenzabas a vivir?

En ese momento, llegaron las respuestas. No solo de Lark, sino de mi esposa, de mi “pandilla” de amigas de la escuela secundaria, de mujeres colegas con las que trabajo y respeto.

Cada una de ellas tenía ideas, información, estrategias, arrepentimientos y, más que nada, esperanza. Espero que lo que aprendieron de sus errores, experiencias y sabiduría obtenida con tanto esfuerzo pueda transmitirse a mujeres jóvenes, y mujeres de cualquier edad, que puedan aprender de ello, beneficiarse de ello, sin tener que pagar el precio.

Entonces me di cuenta, tenía que escribir Rica de cuna, mujer nueva. Como hombre en una sociedad dominada por hombres, tenía una perspectiva única de la que las mujeres podían beneficiarse. Sabía de primera mano lo que los hombres admiran de las mujeres, lo que les disgusta y hasta temen de las mujeres y lo que algunos hombres secretamente desean que las mujeres sepan sobre el mundo.

Conocía este “código” que los hombres nunca reconocerían. Podría descifrarlo, y al hacerlo, ofrecer a las mujeres un enfoque directo y sin sentido para lograr sus objetivos y tener la calidad de vida que se merecen.

Tenía que honrar a todas las mujeres que habían contribuido tanto a mi vida. A mi madre que me crio con tanto amor y paciencia. A mi esposa, que ha sido un ángel, una guerrera y una joya en nuestros 30 años de matrimonio. A los profesores que alentaron mi escritura. A las amigas con las que he reído, llorado y conspirado durante casi medio siglo.

Las mujeres en mi vida habían tenido un enorme impacto. Y no solo en mí. Realmente no se trataba de mí. Rica de cuna, mujer nueva es sobre ellas. Es para ellas. Es por ellas. Yo solo soy el mensajero.